Hace un año nació Maëlie y nuestra familia de tres pasó a ser de cuatro. Así que, pienso que ahora es el momento perfecto para evaluar los eventos. La llegada de Maëlie no cambió demasiado nuestras vidas cotidianas, llevándole la contraria a las funestas advertencias de varios conocidos: «¡La llegada del segundo hijo es el equivalente a un cataclismo!», «¡Tendrás que revisar tus principios y abandonarlos!». Sí, cada uno de nosotros tuvo que adaptarse y encontrar un nuevo equilibrio, pero al final, volvernos una familia de cuatro no ha sido nada revolucionario.
Así te puedes preparar para el segundo hijo
Disfruto reviviendo las primeras experiencias: sonrisas, volteretas y pasos. Cada niño es diferente y como padres también lo vivimos de manera distinta cada vez. Y lejos de ser indiferente, puedo decir con sinceridad que siempre me resulta mágico.
El segundo hijo es igual a “menos tiempo”
Tener un segundo hijo es sinónimo de tener aún menos tiempo para «nosotros». Y es verdad que, con dos niños pequeños, podemos olvidar toda posibilidad de tirarnos en el sofá, dormir hasta tarde o seguir una serie de TV. Sin embargo, es una elección que hacemos y, dado que el tiempo pasa tan rápido, sé que en unos pocos años no nos necesitarán tanto. En cuyo momento, seré yo quien los saque a rastras de la cama a las seis de la mañana: «¡Buenos días, hora de levantarse!», o tal vez sean ellos quienes nos hagan el desayuno a nosotros un domingo por la mañana. Tengo permiso para soñar, ¿o no?
Este padre de tres hijos nos cuenta cómo cambia la vida cuantos más hijos tienes
Con dos niños pequeños, podemos olvidar toda posibilidad de tirarnos en el sofá, dormir hasta tarde o seguir una serie de TV.
Aparte de los momentos que pasamos juntos como familia, intento dedicar tiempo a cada una de mis hijas. Hace tres meses, Luna decidió aprender a andar en bicicleta sin ruedecillas de apoyo. Se convirtió en nuestro desafío de la semana y nuestro momento juntos, los dos solos. Disfruto pasando tiempo de calidad con Luna, haciendo cosas que su hermana todavía no puede hacer: patinar en la pista de hielo o cultivar un pequeño huerto de verduras, por ejemplo.
Y lo mismo con Maëlie; me gusta pasar tiempo con ella como si estuviéramos en una burbuja: leyendo un cuento, haciéndole cosquillas, cantándole canciones infantiles. Estos momentos individuales son valiosísimos.
Intentamos pensar como «familia» y organizar nuestra vida en consonancia.
Intentamos pensar como «familia» y organizar nuestra vida en consonancia, incluyendo tener que adaptarnos al ritmo de Maëlie de dormirse un ratito por la mañana y otro por la tarde para respetar sus necesidades fisiológicas, lo cual a su vez hace que todos tengamos más paz. ¡No hay nada más estresante que salir con un bebé gruñón y cansado! Así que nos anticipamos a ello, nos preparamos, nos organizamos para controlar mejor la situación.

Tener una hermanita ha hecho que Luna sea más adulta. Se siente más responsable ahora que ella es la mayor. Por supuesto, toda nuestra atención estaba centrada en ella antes, mientras que ahora está dividida. A veces se detectan los celos, pero gracias a nuestras explicaciones y palabras amables, puedo decir que, por el momento, las niñas se llevan bien y todo lo de su hermana mayor parece fascinar a Maëlie: su habitación, sus juguetes, todo lo que está fuera de su alcance es –naturalmente– más atractivo. Sin embargo, están empezando a disfrutar de su mutua compañía y a jugar juntas, ¡me encanta verlas reír!
El tiempo pasa y sigo apreciando cada momento. A veces me imagino cómo seré dentro de unos años, y sueño con viajes lejanos y excursiones familiares, pero no tengo prisa: es importante que disfruten creciendo a su propio ritmo, así que, por el momento, la vida como papá de dos niñas menores de cinco años es perfecta para mí.

Pierre Bel
Vive: en St Céré, en el campo, en Francia
Trabajo: dirige el blog monpapa.fr que trata de la vida en su familia
Familia: está casado y tiene dos niñas pequeñas, Luna y Maëlie